Diez historias de Diego Maradona para recordarlo siempre

Evocar a Diego Armando Maradona es una tentación muy grande para quienes tuvieron al menos un cruce con el mejor jugador del mundo, que nació un 30 de octubre de 1960. Para quienes vivieron su intimidad, contar su historia es casi una obligación, tanto para los fanáticos como para la historia misma.

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Fernando Signorini, el preparador físico que comenzó su relación con Diego en sus años en Barcelona, se convirtió en su amigo y entrenador personal. En su libro Diego desde adentro, Signorini comparte diez historias que revelan tanto el lado brillante de Maradona como su costado oscuro.


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Una de las anécdotas más reveladoras sobre la ética de Maradona se dio en relación al famoso gol conocido como “la mano de Dios” en el Mundial de México ’86. Signorini recuerda cómo, después del partido, le dijo a Diego: “La trampa es una porquería, en el deporte como en la vida”. Maradona escuchó atentamente, sabiendo que su amigo tenía razón. Signorini reflexionó sobre cómo, si el árbitro hubiera validado el gol de Lineker en caso de haber sido un jugador inglés quien hiciera la trampa, podría haber desencadenado un conflicto entre Argentina e Inglaterra que trascendería el campo de juego, incluso con repercusiones en el contexto de la Guerra de Malvinas. Esta conversación dejó una huella en Maradona, quien nunca ignoró la voz de alguien que le decía “no”.
El choripán y la reina de España
Una de las experiencias más memorables para Maradona fue su visita al Palacio de la Zarzuela, donde fue invitado por el rey Juan Carlos y la reina Sofía. Según cuenta, se sintió abrumado por la elegancia del lugar y la opulencia de los uniformes de los mozos, que lo hacían sentirse fuera de lugar. En ese ambiente formal, no sabía cómo comportarse y estaba claramente incómodo. La reina, dándose cuenta de su nerviosismo, se acercó y, con gestos sutiles, le indicó qué cubiertos usar para cada plato. Después de la cena, Maradona le confesó a Signorini: “No sabés, Fer. Terminé todo contracturado. ¡Las ganas de comer un choripán que tenía!” Esta anécdota es un claro reflejo de su origen humilde y su amor por lo sencillo, incluso en situaciones de gran protocolo.
Competitivo como nadie
Maradona siempre fue conocido por su competitividad, y una anécdota cuenta cómo, en un entrenamiento del Barcelona, César Menotti, el entonces técnico, se deshizo en elogios para Bernd Schuster, quien había realizado varias jugadas brillantes. Después de la práctica, Maradona se acercó a Menotti para expresar su opinión: “Sabe, César, estoy seguro de que antes o después, lo que hace Bernd yo lo voy a hacer”. Menotti asintió, comprendiendo el desafío. Pero antes de irse, Diego remató con confianza: “Pero lo que yo hago, él no lo va a poder hacer nunca”. Esta actitud desafiante y confiada fue una constante en su carrera, evidenciando su deseo de superarse y destacar.
Maradona o Signorini con la camiseta 10
Cuando Signorini comenzó a trabajar de manera personalizada con Maradona, se atrevió a aplicar lo que decía la teoría del entrenamiento. Para medir los esfuerzos, le pidió a Diego que realizara el famoso test de Cooper, una prueba estándar de resistencia. Sin embargo, Maradona, algo confundido con las instrucciones, no logró el rendimiento esperado y corrió solo 2550 metros. Enojado, se volvió hacia Signorini, como un chico enojado porque le habían puesto una nota baja en la escuela, y le preguntó cuánto corría él. Signorini, que tenía 32 años y estaba bien entrenado, respondió: “Mínimo, 3200 metros”. Diego, en un arranque de competitividad y picardía, le dijo: “Entonces el domingo jugás vos”. Este episodio mostró la chispa que había entre ellos, donde el humor y la competencia siempre estaban presentes.
D10S descansa en el suelo
En 1985, Maradona estaba en medio de una agenda apretada entre su club, el Napoli, y la selección argentina, ya que se organizaron amistosos sin tener en cuenta las fechas FIFA. Conscientemente comprometido, Diego prometió jugar en ambos, y se lanzó a cumplir con su palabra. En un lapso de 15 días, jugó cinco partidos. El primer partido fue un empate contra la Juventus, seguido por un gol contra Paraguay en un amistoso. Luego regresó al Napoli, donde anotó dos goles, y continuó con su actuación en la selección contra Chile, marcando otro tanto. Pero, lo más impresionante fue cómo lograba descansar. Durante sus viajes en avión, él optaba por ir a la parte trasera, en clase económica, y se acostaba en el suelo, usando almohadas y mantas para relajarse y recuperar energías entre partido y partido. Su increíble capacidad para soportar el estrés físico y mental se volvió legendaria.
La 10 para “El Diez”
Durante el Mundial de 1982, Menotti decidió repartir los números de las camisetas por orden alfabético, lo que le correspondía a Maradona el número 12, algo que no le agradó. Para solucionarlo, le pidió a su representante, Jorge Cyterszpiler, que intercediera ante el técnico. Menotti accedió a cambiar el número, pero solo si Patricio Hernández, quien tenía el 10, estaba de acuerdo. Hernández, compañero de habitación de Maradona, no dudó en decirle: “Quedate tranquilo, es tuya”. La felicidad de Maradona fue inmensa; en un gesto de agradecimiento, fue a su mesa de luz y decidió regalarle un reloj decorado con piedras preciosas que había recibido de un sponsor. Este gesto reflejó la camaradería entre ellos y cómo Maradona valoraba la amistad y el compañerismo.
Recuperación milagrosa
Un día, Maradona volvía a Nápoles después de un amistoso a beneficio cuando vio un accidente en la carretera. No dudó en detenerse para ayudar a los involucrados. Eran tres jóvenes que se habían golpeado, pero al darse cuenta de quién era su salvador, olvidaron por completo su dolor. “¡Diego, Mamma mía! ¿Qué haces aquí?” exclamaron, asombrados. Se olvidaron del accidente y, en lugar de preocuparse por sus lesiones, solo querían tomarse una foto con el ídolo. Este episodio no solo muestra su grandeza como jugador, sino también su humanidad y disposición para ayudar a otros, independientemente de su fama.
El milagro de convertir insultos en aplausos
Durante un partido por las eliminatorias para el Mundial de México ’86, en El Campín de Bogotá, Maradona fue objeto de insultos y desaires de los hinchas que le lanzaron una naranja. Sin embargo, lejos de enojarse, decidió hacer algo extraordinario: comenzó a hacer malabares con la fruta, tocándola con su pie y su cabeza mientras el público lo abucheaba. Algunos contaron hasta 21 toques antes de dejar caer la naranja, y lo que al principio era un acto de burla se convirtió en una ovación atronadora. Este momento es un testimonio de su genio y capacidad de convertir la hostilidad en admiración.
El gol que levantó al pueblo argentino
Una de las historias más icónicas de Maradona es su segundo gol a Inglaterra en el Mundial ’86, donde realizó una jugada extraordinaria. Al terminar el partido, alguien le preguntó qué había sentido al anotar ese gol. Con una sinceridad conmovedora, Maradona respondió: “Que yo estaba caído entre dos ingleses pero levantando a un pueblo”. Este comentario refleja no solo su conexión con el hincha argentino, sino también el sentido de responsabilidad que sentía al representar a su país en el escenario más grande.
Campeón del mundo y chofer
Después de la victoria en el Mundial de México ’86, el plantel argentino fue invitado a la Casa de Gobierno por el entonces presidente Raúl Alfonsín. Signorini decidió no asistir para evitar cruzarse con los funcionarios que habían pedido la salida de Bilardo antes del torneo. En cambio, esperó a Maradona en casa de sus padres, tomando mate. Al finalizar la cena, Diego, en un gesto amable, le ofreció su auto para llevarlo de regreso a Lincoln. Signorini, que prefería viajar en micro, se sorprendió al ver que Diego estaba dispuesto a manejar su Mercedes Benz. Mientras avanzaban hacia el andén, se encontraron con dos hombres que, al ver el auto, comentaron: “Che, me parece que el que manejaba el auto que se fue era Maradona”. Uno de ellos respondió incrédulo: “¿Qué mierda iba a estar haciendo Diego por acá?” Esta anécdota resalta la humildad de Maradona y su conexión con sus raíces, incluso después de haber alcanzado la gloria.

 



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