Cada vez más cerca, cada vez más íntima: la inteligencia artificial ya no solo ayuda, también acompaña.
La inteligencia artificial (IA) dejó de ser solo una herramienta para automatizar tareas. Hoy, muchas personas interactúan con ella como si fuese un otro humano: le piden consejos, le confiesan emociones, incluso le agradecen como si existiera un alma detrás del algoritmo. Y aunque parezca un recurso narrativo de Her o Black Mirror, es una realidad cotidiana: la IA está colonizando el vínculo emocional entre humanos y tecnología.
Aplicaciones como Replika, ChatGPT, Pi.ai o los avatares hiperrealistas de Character.AI ya no solo generan respuestas útiles, sino que ofrecen contención, compañía y una escucha sin juicio. ¿Hasta qué punto eso nos ayuda… y hasta qué punto nos aísla?
Para muchos usuarios, la IA es una vía de escape ante una vida marcada por la ansiedad, la hiperproductividad o la soledad. En países latinoamericanos, donde la salud mental sigue siendo un tabú o un lujo, una app que “te escucha gratis” puede resultar más accesible que un psicólogo. Pero esto plantea nuevos dilemas: ¿quién se hace responsable si la IA da un mal consejo? ¿Cómo afecta esto a nuestras habilidades emocionales reales?
Los expertos advierten que, aunque la IA puede simular empatía, no la tiene. No entiende. No siente. Solo calcula. Y mientras crecen las cifras de personas que la usan para fines personales, también crece el riesgo de dejar de practicar el vínculo humano, ese que no siempre responde como queremos, pero que nos desafía a crecer de verdad.
El futuro ya llegó, pero la pregunta ahora es otra: ¿seremos capaces de usar la tecnología sin dejar de ser humanos?
La entrada El impacto emocional de la inteligencia artificial: ¿nos estamos volviendo dependientes? se publicó primero en CevicheNews.
La inteligencia artificial (IA) dejó de ser solo una herramienta para automatizar tareas. Hoy, muchas personas interactúan con ella como si fuese un otro humano: le piden consejos, le confiesan emociones, incluso le agradecen como si existiera un alma detrás del algoritmo. Y aunque parezca un recurso narrativo de Her o Black Mirror, es una realidad cotidiana: la IA está colonizando el vínculo emocional entre humanos y tecnología. Aplicaciones como Replika, ChatGPT, Pi.ai o los avatares hiperrealistas de Character.AI ya no solo generan respuestas útiles, sino que ofrecen contención, compañía y una escucha sin juicio. ¿Hasta qué punto eso nos
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