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Cuando Diego Maradona alcanzaba la cúspide de su carrera deportiva, consagrándose como uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos, un auto se convirtió en parte de su leyenda: la Ferrari Testarossa… ¡negra! Aunque hoy en día es común ver Ferraris de diversos colores, en 1986 un vehículo del famoso Cavallino Rampante que no fuera rojo era una rareza absoluta. Esto es especialmente cierto en el caso de la Testarossa, que representaba la cúspide del lujo y la ingeniería de la marca de Maranello.
Un pedido inusual
La historia detrás de este auto es tanto fascinante como divertida, y se entrelaza con la figura de Guillermo Coppola, quien fue el representante de Maradona en esos años de gloria. Antes de adquirir la Testarossa, Diego había comenzado con un modesto Fiat 128 que compró en la Navidad de 1982. Sin embargo, con la victoria en el Mundial de México, sus deseos fueron más ambiciosos, y su sueño se enfocó en poseer una Ferrari, pero con una condición: quería que fuera negra.
La gestión de Coppola
Coppola ha relatado en numerosas entrevistas cómo este pedido lo tomó por sorpresa. Aunque no era cierto que no existieran Ferraris negras antes de la de Maradona, es un hecho que era extremadamente inusual que un automóvil de la marca se alejara del clásico color rojo. Ante la peculiar solicitud de Diego, Coppola no se amedrentó y comenzó a mover sus contactos en el mundo del automovilismo hasta llegar a Enzo Ferrari, que se encontraba en sus últimos años de vida.
Un regalo especial
Luego de varias gestiones, Coppola logró adquirir la famosa Testarossa negra y se la llevó al aeropuerto de Nápoles. En una jugada estratégica, propuso al presidente del Napoli, Corrado Ferlaino, que él mismo le regalara el auto a Diego, con la esperanza de mejorar la relación entre el club y su estrella. Para hacer esto, Coppola decidió aumentar el precio que hizo pagar a Ferlaino, asegurando así un margen de ganancia para él mismo.
La reacción de Maradona
Cuando Maradona finalmente vio la Testarossa, su asombro fue palpable: “No lo podía creer, estaba maravillado”, recordó Coppola. Sin embargo, el entusiasmo de Diego se desvaneció rápidamente al descubrir el interior del auto. Al inspeccionar el vehículo, Maradona se dio cuenta de que carecía de aire acondicionado y estéreo, algo que le pareció inaceptable. “¿No tiene aire acondicionado ni estéreo?”, preguntó incrédulo. La respuesta de Coppola fue clara: “No, es un auto de carreras. No tiene estéreo, aire acondicionado, tapizados en las puertas, no tiene nada”.
El final inesperado
La respuesta de Maradona fue contundente: “Bueno, entonces que se la metan en el…”. A pesar de su frustración inicial, Diego terminó quedándose con la Testarossa y la disfrutó durante varios años.
¿Fue la primera Testarossa negra?
Sobre el tema de si fue la primera Testarossa negra, diversas fuentes aseguran que antes ya había existido la de Sylvester Stallone. Sin embargo, lo que queda claro es que la Testarossa de Maradona se convirtió en un símbolo de su éxito y un ícono de los automóviles deportivos de los años 80. Nacida en 1984, el modelo sufrió sucesivas mejoras y actualizaciones por parte de Ferrari, siempre con un motor V12 de 390 caballos de fuerza, que le permitían superar los 300 km/h de velocidad final.
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Cuando Diego Maradona alcanzaba la cúspide de su carrera deportiva, consagrándose como uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos, un auto se convirtió en parte de su leyenda: la Ferrari Testarossa… ¡negra! Aunque hoy en día es común ver Ferraris de diversos colores, en 1986 un vehículo del famoso Cavallino Rampante que no fuera rojo era una rareza absoluta. Esto es especialmente cierto en el caso de la Testarossa, que representaba la cúspide del lujo y la ingeniería de la marca de Maranello. Un pedido inusual La historia detrás de este auto es tanto fascinante como divertida,
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